Cuando San Francisco cerró por obras debido al peligro que suponía dejar la iglesia abierta, todo lo que había en su interior quedó guardado y olvidado hasta que el padre Isidro una vez acabadas las obras se acordó que en algún sitio habia un bonito Misterio de figuras de 50 cm que necesitaban un lavado de cara. Me las traje a casa, las limpié, quité la carcoma, (son de pasta de madera), arreglé algunos descalabros y les dí una manita de pintura nueva. Todas quedaron como nuevas excepto el caballo blanco del rey Melchor que se lo tuve que dar a Antonio, el portero del cole porque en vez de arreglarlo, lo estropeé. Luego se me ocurrió hacer algunos complementos arquitectónicos para que tomaran mas relevancia. Y quedó estupendo. Años mas tarde, construí una pequeña casita para el portal.
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así quedaron |
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